200 días de madrugar acaban de terminar para miles de niños y jóvenes que súbitamente cambiarán su horario por uno más relajado. Los adultos a su alrededor también sentirán este cambio. Es justo y necesario porque necesitamos recobrar fuerzas para el nuevo ciclo lectivo que es arduo. Todo se distiende.
Solo que a veces al aflojar horarios se van también algunas normas y límites y con ello ingresa el peligro de diferentes formas: pantalla ilimitada, amigos o vecinos de influencia nociva, comida chatarra o sin horario, programas fuera de casa con escaso control y muchos mas según cada contexto.
Muchos padres depositarán su confianza en el celular para sentirse comunicados con sus hijos. Pero no será suficiente. El riesgo es alto pues las estadísticas indican que un alto porcentaje de jóvenes inicia su actividad sexual y el consumo de drogas en las vacaciones.
Que cambien los horarios no quiere decir que se eliminen. Retomar la disciplina y el ritmo de estudio en abril será mucho más duro para todos si los niños y jóvenes calentaron cama y pantalla durante más de 70 días.
Conviene que los niños participen en algún vacacional que ocupe un par de horas, que sea divertido y distinto a la jornada escolar así como persuadir a los adolescentes con algo atractivo que los mantenga activos y sea provechoso para ellos, dejándoles por supuesto una tregua de descanso completo de unas dos semanas.
Vacacionar es justo y necesario para el cuerpo y el alma.
Pero, lo barato sale caro. Lo certifico. El ahorro que tendremos en estos meses de pensión educativa no compensa todo lo que podemos perder dejando en huelga a los hijos y con ellos tanto de lo ganado durante su año lectivo.
Atentos. !Anheladas vacaciones!… pero sin chance a tregua para los padres que tenemos que aprovechar cada oportunidad de la vida de nuestros hijos para hacerla formativa.
María Helena Manrique de Lecaro
Directora de Orientar