Para muchos padres este tema se vuelve perturbador, pues no saben por dónde empezar. Una experta da las pautas de cómo hacerlo, utilizando efectivas herramientas comunicativas.
Abordar estos tópicos podría resultar incómodo, si no existe la suficiente confianza entre padres e hijos. Sin embargo, María Helena Manrique de Lecaro, Licenciada en Orientación y Consultoría familiar, recomienda que cuanto antes se hable de sexo es mejor. “La comunicación es todo un arte, pero más aún en la adolescencia, pues ayuda a fomentar una actitud de apertura y confianza. El éxito está en ser claros y directos, evitando las suposiciones y tomando la iniciativa de establecer diálogos constructivos. En cambio, el silencio es lo peor porque deja espacio a los mensajes errados de otros medios. Nadie como los adultos para transmitir la información correcta y los valores indispensables. Al hablar de sexo, los padres deben aplicar la ‘ley del vaso’, que consiste en vaciar todas aquellas malas experiencias respecto a sus propias vivencias sexuales y llenarse de lo bueno y deseable para sus hijos. Cabe recalcar que lo que más impide la comunicación es haber tenido vivencias negativas en la dimensión sexual”, afirma la especialista.
Atreverse a hablar es clave
Informarse a través de libros o tomar un taller para padres ayuda a prepararse, abriendo espacios comunicativos oportunos con los adolescentes. La orientadora aclara que no es regla absoluta que la madre hable al respecto con su hija y que el padre lo haga con su hijo. “La sexualidad debería ser tratada por ambos porque la diferencia del enfoque femenino y masculino da la riqueza de la totalidad”.
María Helena Manrique menciona que es imprescindible que la esencia de la educación sexual radique en el manejo de la afectividad: esa necesidad de los seres humanos de establecer lazos con varias personas. Una afectividad bien orientada es capaz de permitir que el joven se vincule de forma saludable y madura con otros, y actuar en función de lo que es bueno, aunque no sea lo más cómodo. Una afectividad desequilibrada se queda en lo sensitivo y, como lo sensual está a flor de piel, lo deseable se proclama como el elemento protagónico de las relaciones y los vínculos.
¿Sinónimos: sexo y sexualidad?
La sexualidad implica la totalidad de la persona; es la forma de ser, actuar y comunicarse; sin embargo, es común el error de confundirlo con lo que se denomina ‘tener sexo’, que se refiere a las relaciones sexuales o a todo lo que se vincula al placer.
La sexualidad está presente en la persona desde el instante de su concepción hasta la muerte, independientemente de si tiene o no relaciones sexuales en su vida. Una sexualidad integrada en el individuo la vincula a esta con el amor. “La desintegración personal se da cuando se cree erróneamente que tener sexo es necesario para ser más hombre, o cuando la mujer lo realiza como cualquier otra actividad física. Esa creencia lo reduce a un ser genital, ya que la verdadera madurez se muestra en el autodominio y autocontrol de las pasiones e instintos”, agrega la experta en orientación.
Iniciación sexual temprana
Aquellos adolescentes que no se sienten amados, cuyos padres los descalifican constantemente, golpeándolos y haciéndoles sentir que no valen nada son los que van al encuentro de un amor que no tienen en su hogar. Buscan un padre o una madre en las relaciones afectivas de pareja y son la presa perfecta para que otros les ofrezcan sexo disfrazado de amor. Son el blanco más vulnerable de ser explotados afectiva y sexualmente. Por eso, amar a los hijos y elogiar sus aspectos positivos sirve de mucho cuando ellos eligen a una pareja, pues tendrán que comparar ese sentimiento con el amor de sus padres. Así tendrán la autoestima necesaria para valorarse y descartar a quienes no valgan la pena.
La castidad: una propuesta positiva
Los padres deben propender a que sus hijos vivan la castidad. Esto implica vivir la pureza de mente y cuerpo, y también abstenerse de las relaciones sexuales hasta el matrimonio. A esta abstinencia se conoce como virginidad, término usado tanto para hombres como para mujeres. “La razón principal de promover esta meta es que la persona integre el cuerpo con sus sentimientos, pensamientos y voluntades. Un amor verdaderamente decidido al compromiso no necesita ‘pruebas anteriores’ y tampoco ‘ensayos de compatibilidad’. Cuando el adolescente va compartiendo sexo con varios individuos, se lesiona su afectividad, dificultando posteriores relaciones. La experiencia sexual temprana o liberada marca de forma dramática el alma de las personas. Cuando en la entrega no hay la seguridad de un compromiso total, esta solo se maneja bajo un carácter provisional. Reservarse para el sujeto con quien se va a compartir la vida es una muestra de amor desde que se decide hacerlo. La fidelidad es más completa si no hay lugar para comparaciones con relaciones sexuales previas”, menciona la especialista.
Puertas de escape
La orientadora manifiesta que cuando la educación sexual aparece ante la cercanía de los riesgos de que los adolescentes sean activos sexualmente, es una educación de bomberos, pues pretende apagar el incendio una vez iniciado, pero ya es tarde. En frío, antes de que se involucren afectivamente con alguien, es necesario dar argumentos a favor de la castidad y luego reforzarlos. “Por ejemplo, es común que el aborto o tomar la pastilla ‘del día después’ sean las salidas a un acto sexual irresponsable. Por eso, es responsabilidad directa de los padres explicar, de manera fácil y coherente, que el aborto es un crimen de cualquier forma en que se lo analice. Asimismo, es primordial explicar que de los 3 efectos de la mencionada pastilla, 2 son anticonceptivos y el otro es abortivo. De igual forma, se debe recalcar que el consumo del alcohol y las drogas desinhiben y anestesian los límites morales. Estos vicios son el gran causante del alto índice de juegos, iniciación o encuentros sexuales entre los adolescentes. Pero inmediatamente pasado el efecto, viene el arrepentimiento de haber realizado algo que no se quería hacer”, concluye la experta en consultoría familiar.
Enseñar a decir “NO”
Es difícil para los adolescentes asimilar lo contradictorio de los mensajes que reciben: por un lado, se los anima de forma muy atractiva a tener relaciones sexuales en cuanto puedan, se sientan enamorados y haya mutuo consentimiento de las partes, y por otro, se los previene de las consecuencias de hacerlo: embarazos no deseados, abortos y enfermedades de transmisión sexual, entre otras. De esta manera, se les ofrecen las herramientas del supuesto sexo seguro. Pero la verdadera protección es la fortaleza de una afectividad y voluntad que les permita hacer elecciones responsables. “La mayor parte de los padres se alertan en la pre-adolescencia e indirectamente insinúan que ‘eso no se debe hacer’ o que ‘es malo por ahora’ porque trae consecuencias negativas, pero sin dar argumentos válidos para que ellos actúen por convicción en beneficio de su pureza y castidad. Los adultos deben mostrar casos de la vida real que los lleven a la reflexión y que logren influir en ellos’’, recalca María Helena Manrique de Lecaro.
María Helena Manrique de Lecaro
Directora de Orientar
Revista Hogar, 2010.