Divorcio con anestesia?

Nadie quiere que sus hijos sufran. El divorcio es una situación dolorosa y aunque los padres quisieran que no les afecte, no existe el divorcio con anestesia. Lo único que los padres pueden hacer es colaborar entre ellos para que su separación les afecte en menor medida y las secuelas de esta herida no sean tan graves.

La prioridad en un divorcio debe ser cuidar el bienestar psicológico y físico de los hijos, pues si bien los adultos pueden estar afectados, ellos son los responsables de sus decisiones y de las consecuencias de estas en su ambiente familiar.

Lo más importante es evitar lo que los psicólogos llaman el ‘descuartizamiento emocional’ de los hijos, en el que son utilizados por uno o ambos padres como mensajeros, informantes, compinches, cobradores, aliados, testigos, chantajistas, detectives o árbitros.

Cuando se descuartiza emocionalmente a un hijo es como dejarlo lisiado emocionalmente, sin seguridad para vincularse con confianza en sus relaciones presentes y futuras con las personas. Quedan con la sensación de que la gente siempre los utilizará para sus propios fines.

Entonces, buscan muletas fuera del hogar para caminar con soporte y conseguir la atención y seguridad emocional que precisan. Al encontrarse inseguros, son susceptibles de aferrarse a cualquiera que les preste atención y que fácilmente podría abusar de ellos. Otros tratan de aliviar su dolor escapando en el alcohol o drogas, pornografía, videojuegos o asumiendo conductas agresivas.


No siempre estos problemas se reflejan en el desempeño escolar o social de los hijos. En su etapa de negación, los niños o adolescentes pueden seguir desempeñándose académica y socialmente bien. Su defensa es la indiferencia ante el tsunami emocional.

Conociendo estos riesgos del divorcio en los hijos, es posible anticiparse y comprometerse como equipo de padres a evitar ciertas actitudes inconscientes que provienen de la rabia, tristeza o resentimiento que los padres también pueden sentir ante su propio divorcio.

Es fundamental no reprobarlos, ser soporte sin importar qué tan mal nos sintamos en lo personal; darles afecto y la seguridad de que son amados y no utilizados, y que a pesar de su historia, ellos no tienen necesariamente que repetir el patrón de sus padres y están en la plena capacidad de formar una familia feliz y duradera.

María Helena Manrique De Lecaro

Directora de Orientar

Publicado en La Revista de El Universo. Mes de septiembre

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