Las tres estrellas de la madre

Hay un enfoque que permite comprender la infinita dimensión de lo que implica ser madre y que se sintetizan en tres tareas que son como estrellas de su ser: regalar amor sin medida, despertar amor y trasponer ese amor.

Regalarlo, porque la misma esencia maternal gestada en el vientre prepara y madura la capacidad de entrega que luego tendrá lugar en la vida cotidiana, no sin poco sacrificio. Se hacen invisibles miles de acciones que a lo largo de la vida de los hijos, no tienen reconocimiento.

Despertar amor, porque solo quien es amado puede luego amar a otros. La madre, con su entrega, despierta, nutre y hace crecer el amor en el corazón de los hijos.

Quien no recibe amor en el hogar lo irá mendigando afuera y no será capaz de reconocer cuál es el verdadero. Estará sujeto a las miles de farsas que solo dejan fragmentada el alma y lesionada a la persona.

Todo hijo busca indefinidamente, aún cuando es un adulto, ser acogido y tener un lugar especial en el corazón de la madre. Y una madre verdadera no echa de su corazón al hijo aunque falle, caiga, sea ingrato o fracase.

Trasponer amor. La tercera estrella de la tarea de la madre, es ser mediadora del amor de sus hijos hacia el padre. Desde la gestación, incluso a nivel celular, presenta el hijo, al padre. Lo hace también cuando nace y luego le va enseñando también a amarlo y respetarlo. Muchos padres sabrán como hacerlo, pero es la madre quien puede fortalecer esos vínculos.

Y de no estar el padre, su tarea mediadora no claudica porque el amor que despierta en el hijo lo capacita para amarlo a pesar de su ausencia y trasponer ese amor materno hacia aquellos que después el elija amar sin medida, ¡como lo sabe hacer una madre!

María Helena Manrique de Lecaro

Directora de Orientar

Publicado el 30 de abril del 2011 en la revista club de lectores del diario El Universo 

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