«Mute»en mi conciencia…

Es mi tecla favorita en el control remoto: mute, muting, mudo. Silencia el televisor, la música, las computadoras. Deja escuchar las voces de quienes rodean el artefacto que sonaba ocupando el espacio protagónico del momento. Y algunos, en esa pausa, se quieren comunicar, otros desesperan por el silencio, o siguen la imagen de la pantalla sin poder conectarse con quienes los rodean anhelantes de que se acabe ese “mute” que desespera.

La conciencia intenta hablar a cada rato porque es guía del bien y del mal y está diseñada para darnos señales de alarma cuando estamos en peligro moral. Indica qué camino tomar.

Pero hay que escucharla para que nos guíe. Y muchas veces no nos gusta lo que nos dice. Se va en contra de lo que deseamos, de lo que preferimos, de lo que nos dicen nuestros padres. Es horrible. Entonces cuando nos incomoda, queremos ponerle tecla de “mute”. Y lo hacemos. Silenciamos la conciencia con el ipod, con el televisor, con el computador, con el celular y también con cientos de mensajes de texto que parecerían silenciosos, pero no lo son. 

No queremos oírla y la evadimos.

Para acallarla pones pretextos y mentiras que autoengañan, pero que en realidad no logran hacerlo totalmente porque la conciencia es poderosa y, aunque sea desde el fondo, lanza  gritos de alerta.

Pero a veces sí  se logra anestesiar a la conciencia y entonces se cometen  grandes errores.

¡Déjala que te diga lo que quiere decir! Esa voz del interior es la voz de Dios que quiere conducirte hacia lo bueno, hacia Él.

Si mandaste la conciencia de vacaciones, llámala de nuevo, sácale ese “mute” y aunque te cueste un poco de esfuerzo hacer o dejar de hacer muchas cosas distintas a las que te causan comodidad o placer, verás cómo eres más fuerte, maduro y feliz cada día .

María Helena Manrique de Lecaro

Directora de Orientar

Revista Vive, 2010

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