Hay momentos en que la familia parece todo menos una familia. Y es que esta no se nos da completa solo por el hecho de conformarse como tal, es necesario trabajarla a pulso para lograr las metas y los sueños que se tienen para ella.
Hay que reconocer que no siempre haremos las cosas bien y que habrá dolor, circunstancias difíciles, e inclusive trágicas pero si lo vivimos desde unas relaciones fuertes el enfoque puede voltearse y dejar un saldo positivo en la manera de abordar las vicisitudes de la vida.
Han transcurrido once meses del año y es necesario preguntarse individualmente: ¿Cuánto contribuí a forjar una verdadera familia? ¿Cuántas horas de tiempo le dediqué a ella? ¿Y cuánto tiempo a otras cosas que eran postergables ante sus necesidades? Evalúe sus propias respuestas, y si considera que el saldo va en contra de su familia, no desaproveche la maravillosa navidad para vivir la unidad, la paz, y el amor que se proclama a partir de ese niño Dios que nace en cada uno de nosotros si se lo permitimos y que puede experimentar plenamente. Deseo de todo corazón que vivan una navidad renovada en ese Dios que nos da la esperanza de un cambio interior.
Afectuosamente,
María Helena Manrique de Lecaro
Directora de Orientar