La relación sexual es un pegamento poderoso, y en las almas nobles suele quedar una huella imborrable. Tu cerebro no lo olvidará.
Si te sentiste mal de haberlo hecho, si piensas que no valió la pena, si una voz en tu interior te dice que no quisieras repetirlo, no te dejes engañar por la trampa del corazón. Siempre puedes reiniciar.
Tu cerebro no lo olvidará. La relación sexual tiene el poder de un pegamento poderoso para tus afectos y aunque lo viven distinto hombres y mujeres, en las almas nobles que se entregaron creyendo amarse suele quedar una huella imborrable.
Pero eso no es motivo para que creas que por haberte entregado debes repetirlo; que si fue con él, debe ser el amor de tu vida, que todas las incompatibilidades de la relación no deben analizarse porque se desnudó tu cuerpo. Que si el resto sabe que lo hiciste ya no puedes pensar en no volverlo hacer.
Falso total.
Si tu conciencia te da la voz de alarma es porque no tienes que volver a ese encuentro sexual con él, si te sientes atada a pesar de tu análisis de que no te conviene, cambia de estrategia para liberarte bien, seguramente es una relación insana.
Y si luego de desprenderte estás convencida de que no valió la pena, decide si en tu siguiente relación afectiva vas a involucrar la relación sexual. En la mayoría de los casos se reitera el contacto sexual, más por “ya haberlo hecho” que por querer hacerlo realmente.
Estás en tu derecho de sostener tu nueva meta, aunque seas sincera y le cuentes a tu enamorado actual la anterior experiencia.
Cuídate también de la otra trampa sentimental: creer que si te acostaste con el otro, ahora tienes menos amor por no tener relaciones sexuales con este. Es al revés: si realmente pueden esperarse es porque son capaces de luchar por una relación que se centre más en lo afectivo que en lo sexual, que le dé espacio a lo complejo que es ahondar en el misterio de la persona y que, por lo tanto, puede evaluarse con mayor objetividad que cuando interviene lo sexual; que resistes por un beneficio mayor como es disfrutar de la sexualidad dentro del matrimonio, si él fuera el hombre de tu vida. Y que habiendo revalorizado la entrega de tu cuerpo ahora quieres estar segura de que la próxima vez será junto a tu alma también, y al compromiso de querer hacerlo para siempre con la misma persona.
Y si no era la persona para ti, también te ahorras otro “ítem” de comparación que inevitablemente vendrá a ti cuando menos lo desees interfiriendo en tu intimidad sexual futura. El antes y el después, el de aquí o el de allá, esta forma u otra, lo romántico y lo grotesco, y todas las versiones que puedas acumular en tu experiencia sexual son solo ataduras que te anclan y no te dejan ser tan libre como pudieras.
Nunca es tarde para decidirte, no te sientas condenada.
Hay un problema mayor, o más bien menor. Somos realmente débiles, la carne tienta, el sexo da placer y hacerlo es más fácil que resistir.
Sólo si te ayudas de una fuerza superior a ti puedes lograrlo. Lo humano no abastece para tanto. Es una meta sobrenatural, supera nuestras fuerzas. Dios y la gracia que puedes recibir de Él -si la buscas- pueden ayudarte a lograrlo. Inclusive a escoger acertadamente al hombre de tu vida. No lo dudes, nunca te falla. Actúa y confía.
María Helena Manrique de Lecaro
Directora de Orientar
Revista Vive, 2010