Vacaciones y buenas costumbres

Las costumbres se interiorizan y se asumen por la repetición de las acciones. Pero para que estas perduren, deben responder a una motivación en valores que entusiasme a la persona que se propone vivirlas. Así, uno aprecia los beneficios de dichas costumbres y puede instaurarlas con mayor fuerza en su cotidianidad.

Una vez mas iniciamos el periodo de vacaciones de nuestros hijos, y sentimos el alivio de no tener que despertarnos tan temprano, de no tener que ir a dejarlos, de no lidiar con los deberes, de no preocuparnos por las calificaciones, de no asistir a las reuniones del colegio y de tantos otros esfuerzos.

Hemos iniciado un largo período vacacional de nuestros hijos en el que el entretenimiento y el ocio deben ser parte de la armonía integral de la vida en familia, pero estos deben incorporarse a la familia dentro de una planificación. El descanso no debe ser exclusivamente la ausencia de trabajo o esfuerzo, sino el cambio de actividades que disipe la mente, mantenga fuerte al cuerpo y desarrolle valores en nuestro espiritu. Estas actividades deben ser parte de nuestras buenas costumbres.

La tecnología actual parece facilitarles el trabajo a los padres en época de vacaciones, puesto que si no hacemos nada, los niños no se aburren, pero allí precisamente está el peligro,

Nuestros padres se preocupaban por algo que permitiese a los niños y jóvenes salir a usar el tiempo libre en su espacio vacional, pero hoy, bien  podemos pasarlo por alto puesto que los videojuegos, la televisión, el internet o el móvil, pueden atraparlos silenciosamente en casa sin ser casi percibidos o que demanden voluntariamente entretenimiento externo.

Formarse en los antivalores que muchos de esos variados medios  proponen, puede ser tóxico e irreversible en la vida de un niño que asimila, sin filtros, dichos contenidos.

Las buenas costumbres tienen que gestarse a propósito con una planificación y fuerza de espírtu que permita sostenerlas a lo largo del tiempo. Es lo que deseamos para nuestros hijos: que vivan en contextos edificantes que luego puedan superar y transmitir a sus descendientes.

Es responsabilidad de los padres de familia plantear la meta concreta de las vacaciones, que permita añadir a la experiencia y valores del hijo un agregado que a más de entretenerlo le sume habilidades, destrezas,  contacto por la naturaleza y que por supuesto le permita distenderse del exigente período colegial.

María Helena Manrique de Lecaro

Directora de Orientar

2012

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